Gabriel A. Rabinovich

Investigador superior en CONICET, Profesor Titular FCEyN-UBA, Co-fundador y líder científico Galtec

Ada G. Blidner

Investigadora Asistente de CONICET

El discurso arrasador a través del cual uno de los candidatos a Presidente de la Nación proclama el quiebre social de lo ya instituido en materia de derechos involucra cierta selección darwiniana. La falsa libertad que propone elimina las redes de contención para lo colectivo y rescata lo individual, el sálvese quien pueda, el Titanic arrasado por el iceberg con solo unos pocos botes para privilegiados. Probablemente muchos de los interesados en su triunfo electoral creen que serán beneficiarios en tanto especie superior de esa batalla, dejando al resto de los hombres y mujeres detrás. Medidas que resultaban inaceptables o imposibles parecen tornarse posibles en discursos llenos de odio que son reivindicadas a los gritos en frases provocadoras. Desde la ciencia, es difícil penar la curiosidad, a eso nos dedicamos. Somos afortunados por resolver misterios, generar conocimiento y tener la esperanza de mejorar la vida de las personas. Sin embargo, el álgebra que utiliza el blockchain no fue desarrollada para tal fin y nadie se hubiera imaginado que los anticuerpos monoclonales generados por el Nobel argentino César Milstein serían hoy uno de los principales tratamientos de enfermedades en todo el mundo. La ciencia avanza de forma colectiva y desinteresada; siendo uno de los mecanismos más potentes para desterrar la enorme inequidad que existe en este planeta. Atentar contra la ciencia básica y pura es cortar desde los orígenes el avance de la humanidad.

Hace unas semanas lanzamos una compañía biotecnológica dedicada a la generación de productos para el tratamiento del cáncer y enfermedades inmunológicas; hoy somos aceptados como científicos productivos. Hace 30 años menos un mes podríamos haber sido considerados, según la lógica de Milei, ñoquis del estado. El descubrimiento, los miles de experimentos, las hipótesis comprobadas una y otra vez que nos hicieron estar un paso más cerca de convertir las ideas en tratamientos y que fueron financiados por el Estado argentino y organizaciones sin fines de lucro, hubieran sido tomadas como “pérdidas de tiempo”.

La ciencia genera trabajo y eso aporta al desarrollo productivo del país. En este escenario, solo queda algo claro, no saldremos vencedores solos, y si es así, si solo se salvan unos pocos como en el Titanic, no habrá valido la pena.

Fotografía seleccionada por el editor del blog.

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